Por Maribel Lozoya
Fotografía: Ford Calixto
México es uno de los países con mayor diversidad lingüística, pues posee 68 lenguas originarias y 364 variantes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022, poco más de 23 millones de habitantes en el país se autoidentificaron como indígenas, de los cuales 129 mil habitan en la Ciudad de México (CDMX), lo que la convierte en una entidad pluricultural, siendo el náhuatl, mazateco, mixteco, mazahua y zapoteco los idiomas de mayor presencia en la capital mexicana.
Como una manera de reconocer la diversidad, la riqueza y la resistencia de los pueblos originarios, la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) realizó el “Sexto Festival de Lenguas Indígenas”, que dio inicio el pasado 22 de octubre.
El maestro Octavio Mercado González, rector de la UAM-C, dio la bienvenida a las y los asistentes a este festival y agradeció la colaboración de los integrantes de los PILARES (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes, un programa público de centros comunitarios en la Ciudad de México que ofrece actividades culturales, deportivas y educativas de manera gratuita, enfocado especialmente en zonas de alta marginación), quienes transmitieron a la comunidad universitaria algunos de sus saberes. “Las universidades son espacios de encuentro para que quienes cuenten con el conocimiento lo puedan compartir con la comunidad”, mencionó el maestro Mercado.
La profesora de otomí, Erika Saldívar Monroy, narró sus experiencias sobre lo que implica ser docente de una lengua originaria. Comentó que, más allá del desinterés de los propios hablantes debido al rechazo, la discriminación y otros factores, lo que más dificulta la enseñanza de esta lengua es la falta de material de apoyo de escritura, ya que muchas lenguas maternas se aprenden de manera oral en el núcleo familiar.
Explicó que difícilmente se encontrarán libros de texto que enseñen escritura, porque muchas lenguas carecen de grafías. Además, otro factor importante para el aprendizaje de una lengua son las variantes existentes; solo del otomí hay 11 variantes, con muchas diferencias entre ellas, pues cada palabra depende de la cosmovisión de la región.
“La complejidad de la enseñanza de una lengua originaria se acrecienta cuando se quiere partir del español. Además, muchos creen que estudiar una lengua materna servirá para traducir, cosa que no sucede, ya que cada lengua y su variante están siempre sujetas al contexto de la región”, mencionó la maestra Saldívar.
Durante la primera jornada de este sexto festival, estuvo presente el lado artístico y cultural de diferentes regiones. Se proyectó el cortometraje Stseb K’anal (Hija de la estrella), dirigido por el maestro Diego Salgado Bautista, profesor investigador de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de esta sede académica.
El corto, grabado en idioma tsotsil, retoma una leyenda del pueblo de San Juan Chamula, Chiapas. Este audiovisual contó con la actuación de integrantes del Taller de Cine Comunitario de Artex y del Centro Cultural Independiente.
Como parte de las actividades artísticas, Karina Flores Amayo y Ramón Meza Rosales presentaron la obra en náhuatl El tlacuachito, flor y el coyote (Xochitlakuatzin iwuan koyotl), un cuento clásico que ha sido recuperado en diversas compilaciones en este idioma.
Para cerrar el primer día de actividades, el grupo coral “La caminera” ofreció un concierto con música en diversos idiomas, principalmente náhuatl, mixteco y chichimeco jonaz.
Del 22 al 24 de octubre se realizaron diversos talleres en los que la comunidad pudo conocer un poco más sobre los saberes de los pueblos originarios.