Por Maribel Lozoya
Fotografía: Ford Calixto
• Rubén Chababo participa en las Jornadas de Humanidades 2024.
• “Hablamos del ‘nunca más’, sin embargo, las escenas del dolor se siguen repitiendo”, comentó el especialista Rubén Chababo.
El académico Rubén Chababo, de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, sostuvo una conversación con investigadores y alumnos del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en la que replanteó el quehacer de la memoria, la construcción de museos y memoriales en el mundo. Dicha plática se realizó en el marco de las Jornadas de Humanidades 2024 y como parte del Seminario Dilemas y desafíos de la memoria en nuestra escena contemporánea.
“Una vez más intento reflexionar en torno a la memoria, no cualquier memoria, sino a la que evoca nuestros dolores, humillaciones y estragos que diferentes comunidades han sufrido a lo largo del siglo XX. En muchos lugares de América Latina nos abocamos a la construcción de museos y memoriales con el fin de darle visibilidad a nuestros derrumbes”, expresó el investigador Rubén Chababo durante su participación en la jornada del pasado 25 de noviembre.
Expresó que los museos de la memoria que se han construido en diversos países fueron concebidos como una forma de poder detener futuras repeticiones, lo que no ha surtido efecto. “Confiábamos en el mensaje de las piedras, veíamos en la recuperación de los lugares del tormento una fuerza inquebrantable e irrefutable que habría de servir de advertencia a las futuras generaciones de que aquello en verdad había ocurrido y por eso habría que preservarlos”.
Puso como ejemplo al continente europeo, que hace poco más de 70 años prometió poner un límite a la violencia, sobre todo para los ciudadanos de todo el territorio ucraniano, quienes cada mañana se levantan pensando en si sobrevivirán un día más. Al igual que ellos, agregó Chababo, miles de venezolanos huyen de su país en busca de refugio; al tiempo que cientos de cubanos asediados por una dictadura que ya lleva más de medio siglo y que no da descanso a los anhelos de libertad y justicia, siguen lanzándose al mar.
De acuerdo con el maestro Chababo, fundador del primer Museo de Memoria en Argentina, la memoria ha quedado atrapada en un gesto de ritualidad y de culto a tal punto que las sociedades han llegado a la saturación de la memoria, convirtiendo a esta en una retórica conformista que se plasma en una obsesión conmemorativa y, por extensión, en una sacralización de los lugares del dolor.
En el evento, el actual director del Museo para la Democracia de Argentina puntualizó que los museos basados en la memoria fueron instaurados para evitar el olvido, sin embargo, pese a su existencia, muchos de los horrores a los que hacen referencia estos recintos continúan reproduciéndose. “Antes pensábamos que el futuro iba a estar plagado de olvido, lo que ahora evidenciamos es que está plagado de memoria, que evidentemente, no tiene el impacto deseado. Hablamos del ‘nunca más’, sin embargo, las escenas de dolor se siguen repitiendo”.
Tal es el caso de miles de nicaragüenses que deben guardar silencio para no ser enviados a prisiones o al destierro, o como en México, donde hombres y mujeres siguen desapareciendo y son buscados y buscadas por sus seres queridos. Y qué decir de la masacre de gazatíes, orquestada por el pueblo israelí, que se fundó sobre las cenizas de un genocidio y que ahora es el que ejerce la violencia.
El especialista en estudios de la memoria citó al escritor peruano José Carlos Agüero quien señala que: “La memoria debe ser rescatada del cliché, de ese lugar que tantas veces se ha sacralizado, reedificado y ritualizado, para ser utilizada en una dimensión más inquietante, es decir, despojarse de su dimensión de certeza y confirmación de nuestra sarta de creencias para transformarla en una herramienta que permita formular preguntas nuevas”.
Reiteró que, hasta el momento, los museos y memoriales solo han servido para homenajear a las víctimas y exhibir públicamente el compromiso que la sociedad moderna tiene para impedir que lo ocurrido sea devorado por el olvido. Sin embargo, el especialista indicó que el objetivo de un museo o un memorial no es solo el reencuentro con el pasado, sino incitar a una reflexión para el futuro, el cual está lleno de nuevos desafíos, “desafíos que, para nosotros, los memoriosos, servirán para que el día de mañana seamos juzgados por las generaciones futuras, no por haber recordado lo suficiente, sino por haberlo hecho y no haber actuado en consecuencia”.
Con la asistencia del investigador de la Universidad Nacional de Rosario también dio inicio el Seminario de Cartografías Críticas del Departamento de Humanidades y del posgrado de en Ciencias Sociales y Humanidades, organizado por la doctora Ileana Diéguez Caballero.