Por Maribel Lozoya
¿Qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, y ¿por qué?, son preguntas no respondidas en su totalidad respecto al tema de las personas desaparecidas.
De acuerdo con cifras oficiales, en México existen poco más de cien mil personas que se encuentran en calidad de desaparecidas y cientos de familias no desisten en buscarlas. En la Galería de la Unidad Cuajimalpa, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), ubicada en el piso B2, se exhibe “Ecos de la ausencia”, una exposición transmedia que busca concientizar a futuras y futuros comunicadores sobre la importancia de las historias que hay detrás de un caso de desaparición forzada.
En el texto de bienvenida a la sala, Dana Sotero, Marlene Gutiérrez, Genaro Vara y Diego Dehesa, estudiantes de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, cuestionan cuál es el papel de los medios de comunicación en historias de vida como estas, en las que no todas las preguntas periodísticas: ¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, y ¿por qué?, son contestadas en su totalidad.
Esta muestra, que forma parte del proyecto terminal de los estudiantes antes mencionados, es un recordatorio de una de las funciones de la y el periodista, de la y el comunicólogo, y sobre todo de los medios de comunicación: contar historias que no han sido dichas con el fin de amplificar las voces que por alguna razón no son escuchadas o han dejado de escucharse.
En el pasillo que parece estrecharse cada vez más conforme se escuchan cada uno de los testimonios de las y los integrantes del Colectivo Uniendo Esperanzas, Estado de México, el visitante da cuenta de todo lo que las y los familiares de una víctima de desaparición forzada tiene que sobrellevar, con el único objetivo de encontrar a su “tesoro”, como ellos lo llaman.
“Ecos de la ausencia” recibe a sus visitantes con una tornamesa que data de los años setenta, en la que se reproducen los testimonios de Dionisio que busca a su hijo David; Verónica que, al igual que muchas otras madres, busca a su hijo Diego; Benita que ha buscado hasta el cansancio a su hijo Fercho; Alejandro que ha buscado a Yair, su hermano; Marina que busca a su papá Jaime; Trinidad que encontró a su hijo sin vida, pero sigue exigiendo justicia; y Helem que, al igual que Trinidad, ya encontró a su padre, pero sigue sin saber por qué se lo arrebataron.
Una mesa puesta, un recetario de la comida favorita de aquellos que hoy no están, son el recordatorio constante de un dolor inmenso, una ausencia que sigue retumbando en el interior de cada uno de los hogares de las personas desaparecidas.
La segunda sala emula una estancia en la que el televisor proyecta los rostros de aquellos familiares afligidos por ese ser querido al que no encuentran, preguntándose día con día: ¿Dónde estará? ¿En qué condiciones? Como en la mayoría de las salas de las familias mexicanas, la que se emula en el frío pasillo de la Galería también cuenta con retratos colgados en la pared contraria al televisor. La diferencia es que estas no son las clásicas caritas de un niño, sino que son aquellas que fueron puestas en las fichas de búsqueda.
En el siguiente espacio se exhiben pertenencias de las y los ausentes junto a sus fichas de búsqueda: prendas, diplomas, juguetes que de alguna u otra forma recuerdan que siguen estando presentes, aunque no se les vea.
El recorrido por la exposición culmina con la proyección de testimonios de familiares y cómo los medios de comunicación se muestran fríos, indolentes, ajenos a las historias, inconscientes de que detrás de un número de expediente existe un padre, una madre, un hermano, un hijo con un nombre y una historia, la cual no ha sido contada a detalle.
Durante la inauguración, integrantes del Colectivo Uniendo Esperanzas agradecieron la labor de las y los jóvenes estudiantes. Asimismo, señalaron que los medios de comunicación han dejado de prestar atención a este tipo de casos y, cuando son retomados, es para hacer notas amarillistas. Agregaron que durante seis meses estos estudiantes se tomaron el tiempo de profundizar en cada una de las familias para conocer aún más a sus “tesoros”, sus historias y el quehacer del colectivo.
“Ecos de la ausencia” está abierta al público en general y permanecerá en la UAM-C hasta finales del mes de octubre.