24 Jun 2020/ Miscelanea

¿Qué le pasó a las abejas? La lucha por el territorio Maya

Por UAM Cuajimalpa a las 01:06 pm


¿Qué les pasó a las abejas? nos pone justo al lado de los activistas Leydi Pech y Gustavo Huchin, apicultores mayas de Hopelchén, quienes se han asesorado y capacitado mejor que muchos funcionarios con tal de defender su cultura y enfrentar a la agroindustria.

Francisco Cubas (Fragmento)

El documental ¿Qué les pasó a las abejas? que se difundió por streaming el pasado 20 de mayo en el Festival Ambulante, logra destacadamente abordar la urgencia de la problemática que existe en la península Maya. La película sigue a dos activistas del municipio de Hopelchén, en la Región de los Chenes, en Campeche, que desde hace ocho años encabezan una lucha desigual contra la agroindustria y sus ejecutores en la península: las comunidades menonitas.

La lucha de los mayas contra Monsanto comenzó precisamente por las abejas. México es el tercer país exportador de miel en el mundo y en la península de Yucatán se produce más de la tercera parte de la miel del país, la cual se vende principalmente en Alemania.

En el 2015 lograron un amparo ante la Suprema Corte de Justicia, que prohibió a la empresa Monsanto (hoy Bayern) la venta y siembra de soya transgénica para 253 mil hectáreas de cultivos en los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas, Veracruz, San Luis Potosí y Tamaulipas, hasta que no se realizara una consulta entre las comunidades indígenas. Por supuesto que esa prohibición no se ha cumplido en los hechos, y la soya, y el venenoso cóctel de agroquímicos que la acompaña, siguen circulando clandestinamente por el país, ante la indiferencia de las autoridades.

Después de la reforma constitucional que dio pie a la privatización de los ejidos en 1992, el gobierno federal vendió muchas hectáreas de tierras nacionales en la península a grupos de menonitas que salieron de Sonora y Chihuahua, donde también han tenido conflictos por su abuso en la perforación de pozos profundos.

Los menonitas practican una agricultura alineada con las prácticas industriales contemporáneas, es decir, con la explotación no sustentable de la tierra por medio de transgénicos, agroquímicos y explotación indiscriminada de acuíferos.

Su presencia en la península de Yucatán hizo posible la llegada del cultivo de soya transgénica, que ha contaminado con sus agroquímicos el acuífero maya y los cuerpos de las personas, ha ocasionado la muerte masiva de abejas y ha logrado que Holpelchén tenga una tasa de deforestación cinco veces mayor al promedio nacional. En menos de una década, la península ha perdido 98 mil hectáreas de selva.

Los menonitas, claro, no son los únicos en hacer mal uso del territorio en la península, y son apenas un instrumento en una estructura de negocios donde los que más se enriquecen son los las trasnacionales que comercian la soya internacionalmente y las que venden los transgénicos con sus respectivos herbicidas y fertilizantes.

Dada su duración, de apenas una hora, la película no intenta explicarnos todos estos antecedentes, sino que nos pone justo al lado de los activistas Leydi Pech y Gustavo Huchin, apicultores mayas de Hopelchén que han superado muchísimas dificultades para defenderse de las trasnacionales. Estas son personas que, sin estudios formales y en un idioma que es su segunda lengua, se han asesorado y capacitado mejor que muchos funcionarios, con tal de defender su cultura y su territorio.

Los cineastas Adriana Otero y Robin Canul nos narran el conflicto básicamente desde dos tipos de escenarios: el acercamiento íntimo a la cotidianeidad de ambos activistas, sus jobones, sus casas, sus familias; y sus acciones en diferentes espacios públicos durante su defensa legal.

El cine como industria es un reflejo de la desigualdad estructural de nuestro mundo. Se han hecho tantas películas sobre los centros de poder, que un cinéfilo puede reconocer mejor en la pantalla las calles de Nueva York y Los Ángeles que las de su propia localidad. Películas como la que nos ocupa combaten, así sea mínimamente, esa invisibilidad de tantísimas comunidades en nuestro país.

Y esa falta de representación no sólo es visual, también es lingüística. Por eso es muy reconfortante escuchar en el cine el maya yucateco, uno de los más de 60 idiomas que se hablan en México, pero que viven negados o despreciados por una mayoría monolingüe a la que nuestro sistema de educación pública no logra enseñarle cosas tan fundamentales como ésta.

¿Qué les pasó a las abejas? nos pone en el centro de una lucha entre dos formas opuestas de entender la civilización: una que busca desde hace dos siglos acumular la mayor cantidad de valor monetario posible, sin importar la destrucción de formas de vida y la desaparición de los ecosistemas que nos permiten vivir plenamente en este planeta; y otra que valora el territorio, su riqueza natural y los valores de comunidad por encima de lo monetario.

 

Con información de Haz Ruido

http://www.hazruido.mx/opiniones/que-les-paso-a-las-abejas-la-lucha-por-el-territorio-maya/

Imagen tomada de Haz Ruido

http://www.hazruido.mx/opiniones/que-les-paso-a-las-abejas-la-lucha-por-el-territorio-maya/

 


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