17 Mar 2021/ Miscelanea

Está bien llorar las pequeñas pérdidas del año perdido

Por UAM Cuajimalpa a las 01:03 pm


Por Tara Parker-Pope

Cuando pregunto a la gente qué perdieron en el último año de vida pandémica, la respuesta suele empezar siempre igual.

“No puedo quejarme”.

“Soy uno de los afortunados”.

“Sé que debo ser agradecida”.

Lo que hacen, por supuesto, es comparar su pérdida con los 2,6 millones de muertes registradas en todo el mundo durante esta pandemia, lo que hace más difícil hablar de esas pérdidas menores. Muchas personas han perdido tiempo precioso con familia y amigos, o se han visto obligadas a cancelar planes de viaje y perderse acontecimientos importantes como graduaciones y bodas.

En la jerarquía del sufrimiento humano durante la pandemia, la cancelación de un baile de graduación, la pérdida de unas vacaciones o la pérdida de ver los primeros pasos de un niño tal vez no parezcan gran cosa, pero los expertos en salud mental dicen que todas las pérdidas deben reconocerse y llorarse.

“La gente siente que no tiene derecho a estar en duelo”, comentó Lisa S. Zoll, trabajadora social clínica certificada en Lemoyne, Pensilvania, especializada en asesoramiento sobre el duelo. “Al cabo de un año, las pérdidas se acumulan. Acabo de tener una conversación en mi oficina en la que alguien dijo: ‘No puedo quejarme de mi dolor, porque hay gente que la está pasando peor’. Pero tenemos que corregir esa mentalidad. Tu dolor es tu dolor. No puedes compararlo con el de otras personas”.

Hay un nombre para la aflicción que no se reconoce habitualmente: el duelo privado de derechos, también llamado duelo sin derechos. El término fue acuñado en la década de 1980 por Kenneth J. Doka, un experto en duelo que comenzó a estudiar el duelo no reconocido cuando daba clases a estudiantes de posgrado en el College of New Rochelle. Cuando el debate en clase se centró en la muerte de un cónyuge, una estudiante mayor habló de la falta de apoyo social cuando murió su exmarido. La nueva esposa de él era la viuda. Sus hijos habían perdido a su padre. Pero ella sentía que no tenía derecho a llorar la muerte de un hombre con el que había ido al baile de graduación de la preparatoria y compartido 25 años de su vida.

La conversación llevó a Doka a empezar a estudiar el duelo que no es reconocido ni apoyado por los rituales sociales. Puede ocurrir cuando no tenemos un vínculo legal con la persona que perdemos, como es el caso de un amorío o después de un divorcio. Cuando la pérdida incomoda a los demás —como en el caso de un aborto espontáneo o un suicidio— también podríamos carecer de apoyo para sobrellevar el dolor. Sin embargo, a menudo, el duelo sin derechos se produce en torno a pérdidas menores que no implican fallecimientos humanos, como la pérdida de un trabajo, una oportunidad profesional desaprovechada, la muerte de una mascota o el tiempo perdido con las personas que queremos.

“Una frase constante es: ‘No tengo derecho a llorar’”, dijo Doka.

Uno de los mayores retos del duelo privado de derechos es lograr que la persona que sufre reconozca la legitimidad de su propio duelo. Una vez que acepte que su duelo es real, hay pasos que puede dar para ayudarse a afrontarlo.

  • Valida la pérdida. Identifica lo que has perdido este año. “He recibido varias cartas de personas que han leído mi libro y me han dicho: ‘Has puesto nombre a mi dolor’”, relató Doka. “Ponerles nombre a las cosas tiene su poder. Es una pérdida legítima”.
  • Busca apoyo. Uno de los retos del duelo sin derechos es que a menudo sufrimos en silencio. Acudir a un grupo de apoyo o a un terapeuta, o acercarse a los amigos para hablar del duelo es un paso importante para afrontarlo. “Creo que compartir nos ayuda, porque la gente siente muchas veces que, con el duelo, especialmente el duelo sin derechos, se sienten solos y aislados”, explicó Zoll. “Piensan que nadie más está experimentando lo que ellos. Alguien tiene que ser lo suficientemente valiente como para sacar el tema a colación. Al hablar de ello, la gente dirá: ‘Yo también lo he vivido’”.
  • Crea un ritual. Los funerales, los servicios conmemorativos y los obituarios son rituales en torno a la muerte que nos ayudan a procesar nuestra pérdida. Considera la posibilidad de crear un ritual que honre tu pérdida. Considera plantar un árbol, por ejemplo, o encontrar un objeto que represente tu pérdida, como boletos de avión cancelados o una invitación de boda, y entiérralo. Organiza un baile de graduación o una ceremonia de graduación ficticia. Algunas personas quizá quieran hacerse un tatuaje para conmemorar la pérdida. “Lo que nos cuesta es encontrarle sentido a la pérdida”, dijo Zoll. “El dolor y la pérdida no tienen sentido. Los rituales forman parte de la búsqueda de significado”.
  • Ayuda a otra persona. Zoll dijo que los pequeños actos de bondad la han ayudado a sobrellevar sus propias pérdidas durante la pandemia. Escuchó decir a una mujer en una tienda de comestibles cuya madre había fallecido que iba a preparar la comida favorita de su madre como una manera de honrarla. “Esperamos a que llegara a la caja y pagamos su comida”, dijo Zoll. “Quería que su relato de duelo incluyera algo bonito que ocurrió. Cuando hable de recordar a su madre, también recordará que alguien le pagó la compra”.
  • Encuentra pequeños momentos de gozo. No te obligues a estar contento, pero intenta encontrar cosas que disfrutar. “La alegría es un objetivo sublime”, dijo Zoll. “A veces, lo mejor que podemos hacer es hallar momentos de deleite que sean un escape suficiente para tener un respiro”.

Añoranza de las pequeñas alegrías

Para afrontar el duelo, es importante que no clasifiques tu pérdida como mejor o peor que la de otra persona. RaeAnn Schulte, de 29 años, de Saint Paul, Minnesota, dijo que su primera reacción es siempre decir que no ha perdido nada durante la pandemia. “Pienso que he tenido suerte. No he perdido seres queridos; no he perdido una boda o una graduación o un trabajo; no he perdido la salud”, dijo. “Entonces, ¿por qué me siento tan mal?”.

Schulte dijo que empezó a pensar en todas las pequeñas pérdidas de este año, como el tiempo que no pudo compartir con su familia, especialmente con sus sobrinos pequeños que cambian todos los días. Echa de menos a sus compañeros de trabajo, visitar las librerías e ir a clase de yoga.

“He perdido vacaciones, conciertos, partidos de hockey y festivales”, relató Schulte. “Y puede que por sí mismas ninguna de esas cosas importe tanto. En efecto, ante tanto dolor y pérdida, me doy cuenta de lo afortunada que soy. Pero, ¿qué es la vida sino un cúmulo de pequeñas alegrías? En conjunto, quizá mi pérdida no sea tan pequeña después de todo”.

 

Con información de The New York Times

https://www.nytimes.com/es/2021/03/17/espanol/duelo-pandemia.html

Imagen tomada de The New York Times

https://www.nytimes.com/es/2021/03/17/espanol/duelo-pandemia.html


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