23 Feb 2021/ Miscelanea

27N, la rebelión contra la censura oficial en Cuba

Por UAM Cuajimalpa a las 12:02 pm


Por Celia González

El 27N y el Movimiento San Isidro (MSI) son parte del nuevo paisaje cívico en Cuba, una nación que ha quedado envuelta en una narrativa revolucionaria más imaginaria que real.

El 27 de noviembre hubo una manifestación sin precedentes frente al Ministerio de Cultura en el barrio del Vedado, La Habana. Por primera vez en décadas, ajenos a las convocatorias oficialistas, cientos de jóvenes protestaron durante horas, de manera pacífica y sentados en la calle, para exigir una respuesta por el brutal desalojo, ocurrido una noche antes, por la Seguridad del Estado –policía política– de la sede del Movimiento San Isidro (MSI), donde se congregaban 14 personas, entre artistas, periodistas y activistas, ocho de ellos en huelga de hambre.

El reclamo inicial del MSI era la liberación del rapero Denis Solís, músico contestario, negro y habitante de un barrio marginado que fue condenado en un juicio sumario a 8 meses de prisión por desacato a la autoridad. Esta sanción contra el rapero, que en las letras de sus canciones hace explícita su oposición al gobierno cubano, es una estrategia habitual para encarcelar ciudadanos “incómodos” y estigmatizados social y políticamente. Esta acusación cayó sobre él por transmitir en vivo la entrada sin autorización legal que un policía hizo a su vivienda.

El Movimiento San Isidro surgió en 2018 luego de que fuera aprobado el Decreto-Ley 349, con el que se ha legalizado la censura del arte y la criminalización de los espacios de exhibición, promoción y realización de propuestas artísticas independientes, entre otras prohibiciones que atentan contra la libertad de expresión.

Algunos de los espacios independientes que quedaron en una zona de ilegalidad luego de aprobado el Decreto-Ley 349 son Espacio Aglutinador, de la artista Sandra Ceballos –primera galería independiente en Cuba desde 1994–; el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), creado por la artista visual Tania Bruguera, y Avecez Art Space, de la curadora Solveig Font. A esto se suman las nuevas regulaciones para las empresas privadas, publicadas el 10 de febrero de este año, que prohíben los estudios de grabación, la producción de cine, el ejercicio independiente del periodismo, la arquitectura, la abogacía –entre otras profesiones– y cualquier tipo de asociación o sindicato no estatal.

Los artistas, cineastas, actores, curadores, escritores, músicos, periodistas e intelectuales, en su mayoría jóvenes, que se reunieron frente al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre, pedían una respuesta inmediata por el brutal desalojo del MSI. Exigían también la liberación del artista y miembro del MSI, Luis Manuel Otero, quien permanecía detenido en un hospital después del desalojo y por supuesto, la liberación del rapero Denis Solís. 

Desde las 10 de la mañana y sin moverse del lugar por temor a detenciones policiales, el grupo de plantados frente al ministerio fue creciendo. En la noche ya eran más de 400 a pesar de que la policía impidió desde de las 6 de la tarde la llegada de más personas. Luego de horas de espera con muy poco acceso a agua y alimentos, sin poder cargar los móviles con los que transmitían en vivo los sucesos y sin iluminación en la vía pública, el Ministerio de Cultura dispuso cinco funcionarios para que se reunieran con 30 personas en representación de los manifestantes. Mientras ocurría la reunión en el Ministerio, el resto de los manifestantes, desde la calle, aplaudía cada 15 minutos para que los 30 que estaban dentro se sintieran apoyados. Más que coros o consignas hubo aplausos pero si una frase, de las repetidas aquella noche del 27 de noviembre, representa al 27N es “Derecho a tener derechos”.

En este primer encuentro con la institución, el 27N demandó el cese a la represión contra artistas, periodistas, activistas y ciudadanos en general; cese de la difamación de artistas y periodistas independientes a través de la prensa y la televisión estatal; el reconocimiento de la prensa independiente como interlocutor y condiciones para que el diálogo fuera transmitido por medios no estatales.

Estos no eran reclamos de exclusivo interés para la escena artística; eran reclamos cívicos fundamentales para una nación despolitizada, altamente ideologizada y sin las herramientas básicas para exigir derechos: la libre asociación y el pluripartidismo, la manifestación pública, la prensa libre y el acceso a internet. Este último sólo es proporcionado desde hace cinco años por la empresa estatal Etecsa en puntos wifi no gratuitos y con precios de datos móviles extremadamente caros. La red de wifi en viviendas no existe en Cuba.

Desde su aparición en el espacio público cubano, el 27N se convirtió en el vocero de estas demandas básicas. A pesar del control estatal de la vida laboral, pública y privada, las élites de artistas –escritores, cineastas, actores, curadores y académicos– han logrado sostener el derecho al libre pensamiento en un país donde la legislación prohíbe la libre asociación. La autonomía del arte frente al Estado –no de sus instituciones pero sí del pensar y producir– ha logrado conformar ciudadanos políticos. De ello participan también un pequeño grupo de profesionales, como los abogados y los periodistas, quienes han conseguido, luego de años de trabajo, ejercer su profesión de forma independiente sin dejar de ser criminalizados.

El 27N no se asume como un movimiento o asociación, sino como un conjunto de ciudadanos que coinciden en sus reclamos frente al gobierno cubano. Sus peticiones son públicas desde su página de Facebook. Desde el 27 de noviembre de 2020 ha buscado el diálogo con el gobierno en condiciones de inclusión, respeto a las diferencias y de todos los matices de la realidad de ese país.

Ha insistido para que se reconozca a todos los actores de la sociedad civil independiente como interlocutores válidos. Además, ha reafirmado su método y espíritu de protesta de manera propositiva, abierta a la negociación, pacífica, cívica, respetuosa de las instituciones y comprometida con las libertades, los derechos y el bienestar de los cubanos.

Otra de sus peticiones reconoce la necesidad de que este diálogo evite la difamación, el linchamiento mediático, las descalificaciones, los actos de repudio o cualquier otra forma de violencia lesiva a la dignidad de las personas desde el Estado.

Sin embargo, menos de 24 horas después de aquel primer encuentro en el Ministerio de Cultura, el gobierno comenzó una campaña difamatoria en la prensa y la televisión nacional. Desde el primer momento, participantes del MSI y representantes del 27N comenzaron a ser vigilados por la policía. Durante días, una patrulla frente a sus viviendas les prohibió salir a la calle en una especie de arresto domiciliario arbitrario; las comunicaciones móviles también les fueron bloqueadas.

A pesar de la difamación y la represión, los 30 representantes y otros profesionales guiados por los mismos reclamos, continuaron trabajando en la posibilidad de un segundo diálogo. Esta coalición entre gremios se comenzó a reconocer a sí misma como 27N. Pocos días después fueron enviadas al viceministro de Cultura, Fernando Rojas, las condiciones para la coordinación de un segundo diálogo, prometido por los funcionarios del ministerio en la reunión del 27 de noviembre.

La respuesta del Ministerio nunca llegó, pero las nuevas condiciones de diálogo propuestas por el 27N fueron utilizadas para continuar con la campaña difamatoria. Entre las condiciones que se pedían estaba la presencia de prensa independiente, la transmisión desde medios no estatales y la presencia de un abogado para asesorar los acuerdos. La represión, detención arbitraria, interrogatorios, la amenaza a familiares y la desconexión de comunicación de personas vinculadas al MSI y el 27N continuó.

Mientras eso ocurría, el Ministerio de Cultura convocó un nuevo diálogo con artistas a fines al gobierno. Ese encuentro, a diferencia del ocurrido el 27 de noviembre, sí fue transmitido por la televisión nacional, en apoyo exclusivo al Estado como única voz legítima del país.

El 27 de diciembre, el viceministro Fernando Rojas, luego de una nueva publicación de demandas del 27N, pidió otra reunión con tres de sus miembros para acordar nuevas condiciones de diálogo. El funcionario negó la participación del ministerio en las decisiones que los medios oficiales hacían sobre la cobertura difamatoria contra el 27N y el MSI. Los hechos demuestran que al mismo tiempo que sostenía una negociación privada con el 27N, el Ministerio de Cultura participaba en la difamación y la represión.

El panorama político de la isla no es esperanzador. El control totalitario en Cuba es representado por el Partido Comunista Cubano, única institución política reconocida constitucionalmente, y los profundos mecanismos de represión enraizados durante seis décadas no dejan mucha oportunidad al disenso ciudadano.

El 27N y el Movimiento San Isidro representan una mirada nueva, por diversa, de la juventud cubana: negra, blanca, pobre, de barrio, intelectual, de cubanos de adentro y de afuera; es una juventud que apela a las leyes de la nación para reclamar sus derechos de forma pacífica por una Cuba donde quepan todos los cubanos.

 

Con información de Confabulario El Universal

https://confabulario.eluniversal.com.mx/27n-rebelion-censura-cuba/

Imagen tomada de Confabulario El Universal

https://confabulario.eluniversal.com.mx/27n-rebelion-censura-cuba/


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